lunes, 25 de mayo de 2020

Confinamiento y conciliación. Un estado de alarma que ya conocen las mujeres

“Mamá, ¿me ayudas con los deberes?”
“¡Juega conmigo, mami!”
“¡Tengo hambre!”
“¡Me aburro!”

Y mientras, tratas de concentrarte en el informe que tienes abierto en el portátil y en el que llevas trabajando desde antes del amanecer, aprovechando que tus hij@s aún no se han despertado porque sabes que después empezará esa pequeña batalla diaria para conseguir que desayunen y te será imposible concentrarte en lo que estás haciendo, manteniendo un ojo en la pantalla y otro en l@s niñ@s.

Suena el móvil. Es tu jefe que lleva llamándote cada diez minutos para meterte prisa y que acabes el informe porque no entiende en qué estás perdiendo el tiempo y por qué aún no está terminado. Y mientras murmuras una excusa, ves horrorizada que tus hij@s se han puesto al saltar en el sofá y temes que algun@ acabe rompiéndose la cabeza contra la mesita de cristal. Entonces recuerdas que la lavadora ha debido de terminar y que además tienes que hacer el pedido al súper porque la nevera está más vacía que tu cuenta a fin de mes.


Por fin l@s niñ@s están tranquilos coloreando unos dibujos y aprovechas esos minutos de calma para tomarte una taza de café mientras miras por la ventana las calles casi vacías dónde sólo se ven a los dueños de los perros paseándolos. ¡Qué extraño todo!

Al principio del estado de alarma, teletrabajar te parecía gracioso y atractivo. No tener que despertarte con el tono dictatorial del despertador del móvil. No tener que ir a la oficina. No tener que aguantar a un jefe controlador que te mira mal si decides servirte un segundo café. Poder estar en pijama todo el día salvo para las videollamadas… Un sueño… o una pesadilla.

Conciliación familiar, teletrabajo y estado de alarma. Forman en la mayoría de los casos un peligroso cóctel explosivo que, en tu caso, ha hecho que tu vida salte por los aires. Ya no tienes que coger el autobús, el metro o el coche para ir a trabajar. Ya no tienes que participar en la carrera matutina para dejar a tus niñ@s en la guardería o el cole, pero tampoco puedes dejarlos con tus socorridos padres o suegros, y ahora valoras mucho más su desinteresada e impagable ayuda.

Mientras tomas un sorbo de café, piensas en las interminables tareas que conforman tu día a día: cuidar de tus hij@s, jugar con ell@s, ocuparse de la casa, ayudarles en los estudios, trabajar… Si tienes pareja, podéis llegar a un acuerdo para conseguir que esa máquina que es el hogar continúe funcionando perfectamente engrasada, como es el caso de tu hermana, que su marido trabaja en casa de noche. Pero, ¿qué ocurre cuándo no sucede así, cuando desarrolla una actividad incompatible con el teletrabajo o, sencillamente, no tienes pareja o estás separada, como es tu caso? La respuesta es sencilla: no hay conciliación familiar y laboral. Una mayor carga de trabajo recae sobre tus hombros y el de muchas otras mujeres.

Reflexionas un momento mientras acercas la taza a los labios. ¿Ha sido el Covid-19 lo que ha traído esa situación? ¡Para nada! Recuerdas haber leído que en España hay 1,9 millones de familias monoparentales y que el 81% de ellas las encabeza una mujer… Y tú eres una de ellas. Desde la separación has tenido que ocuparte de sacar a tus hij@s adelante como fuera, aceptando cualquier trabajo, aunque fuera precario y mal pagado, llevarlos al colegio o al médico, hacer las tareas de la casa, cuidarlos y hacer los deberes con ellos. Piensas que, al final, con la ayuda de tus padres, has tenido suerte, pero muchísimas otras mujeres no la tienen y están en riesgo de pobreza o exclusión social.

La situación de alarma generada por la pandemia no ha hecho nada más que agravar una situación ya existente. El confinamiento nos ha hecho asumir más tareas de las que ya soportábamos. Somos las que por promedio dedicamos más tiempo a los trabajos domésticos y al cuidado de nuestr@s hij@s y de las personas mayores porque siempre ha sido así, porque es lo que se espera de nosotras. Ha puesto el foco en esa serie de trabajos no remunerados que desempeñamos. Si calculáramos el coste de todas esas horas, el sistema capitalista colapsaría incapaz de asumirlo.

¿Qué ocurrirá cuándo la pandemia pase, cuándo ya no sea necesario el confinamiento y, por tanto, el teletrabajo? En el fondo, sabes que cambiará muy poco el ámbito familiar de las mujeres. Ya tengas pareja o estés sola, volveremos a desempeñar tareas fuera y dentro del hogar, haciendo juegos malabares para conciliar familia y trabajo, para ocuparnos de las personas mayores que están a nuestro cargo, para llevar a l@s niñ@s al médico, recogerlos a la salida del colegio o asistir a las reuniones escolares.

Y, por la noche, cuando tus hij@s han cenado, tras la batalla porque no quieren acostarse, cuando ya se han dormido y la casa se queda en silencio, cuando por fin puedes tomarte un respiro, contemplarás con un atisbo de lágrimas en los ojos, el traje de heroína al que pacientemente le estás quitando las arrugas y que te volverás a enfundar al día siguiente.

#AlarmaConciliacion

Por Hélène Deschamps @HeleneDreams



1 comentario:

  1. Has explicado muy bien la situación que padecen las madres en esta situación de conciliación familiar, que como siempre las madres padecemos.
    💜💜💜👏👏👏👏👏

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