Mi nombre es Elena. Pero podía haber sido Nadya, Yaquelin, Rosa o Alika. Conozco a muchas mujeres con nombres parecidos.
Soy prostituta. Aunque sería más correcto decir "mujer prostituida" porque me obligan a serlo.
Como otras tantas, fui engañada con una falsa oferta de trabajo. Me endeudé para el viaje. Me endeudé para conseguir una vida mejor.
Un trabajo de camarera. España. Un sueño.
Me encontré en un club de carretera con deslumbrantes luces de neón que impedían ver lo que en realidad era: un burdel.
Puta. España. Una pesadilla.